miércoles, 17 de julio de 2013

Parac...
Olmo de peras


El Programa de Alto Rendimiento en Arte Contemporáneo tuvo los detalles por los que todo proyecto pasa. Algunas cosas se lograron, otras no; algunos artistas concluyeron, otros no. Teniendo en cuenta el carácter experimental del programa hay cuestiones que sobresalen entre las demás: se observan cambios –quizá no precisamente estructurales, no obstante cambios- en el cariz productivo de los artistas presentados ayer.

Primero la serie de lecturas otorgadas por los organizadores a los artistas integrantes. Definitivamente la lectura modifica el pensar alrededor del arte: su producción en tanto proceso; el criterio de observación; desde la planeación hasta la exhibición. Importante –y mucho más importante- es la responsabilidad del profesor expositor de entender cabalmente lo que les dará a leer a los artistas, en la inteligencia de que un curso no son tres o seis horas de discutir una lectura: es drásticamente común que los profesores de artes den a sus alumnos lecturas que ellos mismos no comprenden, pero son textos contemporáneos. Y muy contemporáneos.

Una exposición colectiva en la que intervienen 8 artistas, cada uno con una carpeta y exhibiendo una cantidad de piezas que varía, así como una curadora, aunque no queda claro si en la curaduría interviene también Marco Granados
–al menos en el texto de sala escriben ambos. La apuesta por el arte contemporáneo, con toda la dificultad que acarrea el saber contemporánea una pieza. Una diferencia entre el matiz propio del artista en su lenguaje y la dirección curatorial  -en ocasiones tan clara como comparar fa y fa menor.

Un extraño sabor de boca la noche de inauguración. Poca concurrencia, más un distante y desconfiado silencio que la recurrente mezcla de voces de cualquier exposición. Quizá la lluvia. Quizá el viejo Paulino. Posiblemente un dejo de desconfianza ante lo contemporáneo de una ciudad tan contemporánea como el edificio de rectoría de su máxima casa de estudios. Lo cierto es que para un año, analizar el proceso productivo de 15 artistas que terminaron siendo 10
-participando 9 en la exposición- en un proceso un tanto hermético, una exposición –en Monterrey- no es, de ninguna manera, suficiente. Habrá, pues, que dejar que el trabajo de los participantes, en un proceso natural de desarrollo de su propio lenguaje, confiese el resultado.